Captar un instante y mantenerlo eternamente es algo que todos hemos querido en mayor o menor medida hacer en algún momento de nuestras vidas. Guardarlo, observarlo, cuidarlo, alimentarnos de él y hacer que perdure eternamente.
Lo hemos intentado a través de la literatura, la pintura o la música, pero es sin duda la fotografía el arte que con mayor fidelidad capta esa realidad que queremos eternizar. Un ejemplo de ello es la conmovedora obra de Hiroshi Sugimoto. El artista multidisciplinar japonés afincado en Nueva York, fiel a las técnicas tradicionales y fervoroso opositor de la fotografía digital, es capaz de generar imágenes atemporales de un realismo sobrecogedor y con un nivel de detalle y precisión que permiten la trascendencia del espectador al hipnotismo de la imagen.
La fundación Mapfre de Barcelona acoge hasta el 8 de mayo una selección de 41 fotografías del artista japonés con la presencia de sus series más representativas muchas de ellas comenzadas en la década de los 70 y curiosamente ninguna dada por concluida, permitiendo una continuidad en sus fotografías e impidiendo su clasificación por épocas.
“Black Box”, título que da nombre a la exposición, es una muestra oscura e intimista, reveladora en sí misma. Sus imágenes, creadas con la obsesión de reflejar con veracidad todo aquello que se muestra ante el objetivo, le han llevado, en numerosas ocasiones, a experimentar. “Theatres” o “Lighting Fields” son el resultado de mantener el obturador abierto durante el transcurso de todo un pase cinematográfico en el primer caso y de someter a descargas eléctricas el propio negativo el segundo. Un gran rectángulo de luz que inunda la imagen contrasta con la sala vacía que envuelve la escena. Decadente, quieta, solitaria. Como si la proyección, magnética, te atrajera hacia ella, hacia un más allá aún por descubrir. En cambio, los experimentos con descargas eléctricas generan paisajes completamente aleatorios y fortuitos que nos permiten imaginar ríos o raíces, relámpagos o dientes de león.
Lo hemos intentado a través de la literatura, la pintura o la música, pero es sin duda la fotografía el arte que con mayor fidelidad capta esa realidad que queremos eternizar. Un ejemplo de ello es la conmovedora obra de Hiroshi Sugimoto. El artista multidisciplinar japonés afincado en Nueva York, fiel a las técnicas tradicionales y fervoroso opositor de la fotografía digital, es capaz de generar imágenes atemporales de un realismo sobrecogedor y con un nivel de detalle y precisión que permiten la trascendencia del espectador al hipnotismo de la imagen.
La fundación Mapfre de Barcelona acoge hasta el 8 de mayo una selección de 41 fotografías del artista japonés con la presencia de sus series más representativas muchas de ellas comenzadas en la década de los 70 y curiosamente ninguna dada por concluida, permitiendo una continuidad en sus fotografías e impidiendo su clasificación por épocas.
“Black Box”, título que da nombre a la exposición, es una muestra oscura e intimista, reveladora en sí misma. Sus imágenes, creadas con la obsesión de reflejar con veracidad todo aquello que se muestra ante el objetivo, le han llevado, en numerosas ocasiones, a experimentar. “Theatres” o “Lighting Fields” son el resultado de mantener el obturador abierto durante el transcurso de todo un pase cinematográfico en el primer caso y de someter a descargas eléctricas el propio negativo el segundo. Un gran rectángulo de luz que inunda la imagen contrasta con la sala vacía que envuelve la escena. Decadente, quieta, solitaria. Como si la proyección, magnética, te atrajera hacia ella, hacia un más allá aún por descubrir. En cambio, los experimentos con descargas eléctricas generan paisajes completamente aleatorios y fortuitos que nos permiten imaginar ríos o raíces, relámpagos o dientes de león.
La serie “Portraits” reúne retratos de los personajes más influyentes de la historia que, gracias a una colaboración con el Madame Tussaud’s Museum, permiten tener en una misma sala fotografías con una calidad de detalle estremecedora de reyes y emperadores, princesas y mandatarios que jamás podrían haberse conocido.
Pero si bien es cierto, lo que más sobrecoge de toda la exposición son los paisajes marinos. Tan equilibrados, tan tranquilos, a la espera de que la tormenta estalle y todo devenga violento y aterrador. Con el horizonte en el perfecto centro de la imagen, la fotografía tiene un cierto paralelismo con la obra de Mark Rothko aunque claramente mucho más oscura y siniestra. Son imágenes turbadoras que impresionan a la vez que conmueven generando cierta ansiedad y desasosiego.
La exposición que llegará a Madrid en junio merece ser contemplada con tiempo y calma y, podemos asegurar, que una vez salgas de la galería sólo podrás pensar en mares, estáticos, hipnóticos, sombríos e inquietantes.
Hiroshi Sugimoto. Black BoxLugar: Fundación Mapfre. Carrer de la Diputació 250, 08007 Barcelona.
Metro: Passeig de Gràcia.
Horario: Lunes de 14:00 a 20:00 h. Martes a sábado de 10:00 a 20:00 h. Domingos/festivos de 11:00 a 19:00 h
ARTICULO PUBLICADO EN: OBLICUO MAGAZINE - Olga Lozano
La exposición que llegará a Madrid en junio merece ser contemplada con tiempo y calma y, podemos asegurar, que una vez salgas de la galería sólo podrás pensar en mares, estáticos, hipnóticos, sombríos e inquietantes.
Hiroshi Sugimoto. Black BoxLugar: Fundación Mapfre. Carrer de la Diputació 250, 08007 Barcelona.
Metro: Passeig de Gràcia.
Horario: Lunes de 14:00 a 20:00 h. Martes a sábado de 10:00 a 20:00 h. Domingos/festivos de 11:00 a 19:00 h
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